sábado, 15 de noviembre de 2014

La verdad de ser un estudiante en el exterior

La Expresión del Teenager


Johanna Villasmil
@johavillasmil

La vida no es algo sencillo, cuando somos pequeños queremos crecer, pero cuando nos convertimos en adultos añoramos esa época en la que éramos niños. Lo cierto es que ninguna edad es fácil, sin importar la situación económica o social que tengamos, pero en especial, ser un joven en la Venezuela de hoy es una tarea aún más complicada.

En este artículo seré un poco más personal, porque les contaré sobre una situación que he vivido en estas últimas semanas, pero que además es un momento por el que están atravesando muchos venezolanos en la actualidad.

Debido a la situación económica, política y social en la que se encuentra el país muchos ciudadanos han optado por irse del mismo y la principal decisión de toda familia es sacar a los hijos entre 17 y 25 años para que estudien algo en el exterior o para que intenten buscar un trabajo. Para gran parte de la población aquellos jóvenes que se han podido ir son personas con suerte, pero la verdad es que los que hemos tenido esta oportunidad no estamos muy seguros de si esto es cierto en algunos momentos.

Irse es no solo es salir adelante por ti, sino también es hacerlo por tu familia, es buscar un sueño del que a veces no estas muy seguro porque solo tienes 20 años y aún no haz vivido lo suficiente para saber lo que realmente quieres. Implica madurar si o si y asumir responsabilidades que una persona normal no tiene hasta que cumple algunos años más.

Miles de veces he escuchado de personas que hablan sobre la suerte de otro al irse, pero nunca es algo fácil. Extrañas todo lo que conoces y quieres, además sientes el peso de una familia que cuenta contigo, que cuenta que al estar invirtiendo en ti debes salir adelante y triunfar y que cada vez que fallas les afecta directamente a ellos.

Si te vas de tu país aunque hagas otros amigos o tengas la suficiente suerte de estar con algún familiar, nunca va a ser lo mismo, ese calor de hogar no se siente igual, ese calor que buscas y añoras después de un día complicado.

Además de todos los problemas psicológicos que representa el estar fuera del país, también se suman a ello las constantes trabas e impedimentos que pone el gobierno para el acceso a divisas, lo que representa un peso mayor para la familia, quien, en más casos de los que se imaginan, no tiene la posición económica para mantener a alguien fuera, pero hacen un esfuerzo extra por el futuro de sus hijos.

Si tienes un amigo afuera, un primo, un hijo o hasta un padre, no lo dejes solo, a veces estará muy ocupado para responderte o sentirá que todo es tan difícil que no quiere abrumarte con sus problemas, pero lo cierto es que siempre te va a necesitar en ese camino que no es sencillo de recorrer.


Para aquellos quienes han tomado la decisión de irse y después de un día en el que te deja el autobús, llueve y dejas el paraguas, el almuerzo se te queda en la casa, te entregan una mala calificación, el informe que preparaste no era del tema correcto, recibes la carta de negación de cadivi… Calma, siempre habrán días mejores, lo único que podemos hacer es vivir el momento y tratar de sacar lo mejor de cada situación, intentar ver todo como una enseñanza, ir en busca siempre de las mejores posibilidades y nunca olvidar tu objetivo y el porque estás ahí. La verdad es que ser un estudiante internacional de Venezuela es verdaderamente difícil y como diría una canción que tiene más años que yo “el norte es una quimera, que atrocidad, y dicen que allá se vive como un pachá”.

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