La Expresión del Teenager
Johanna Villasmil
Ser un
venezolano en la actualidad es todo un reto. Venimos de indígenas que tomaron
la gran decisión de cambiarle a los españoles espejos por oro, consideramos
como el ser más importante de nuestra historia a uno que tal vez no haya sido
tan bueno como lo pintan, nos acostumbramos rápido, sufrimos de un preocupante
caso de amnesia y más. Los venezolanos también somos simpáticos, considerados,
atentos… bueno, en la gran mayoría de los casos. Para los ojos del mundo somos
el país que se ha aguanto durante quince años el experimento del socialismo del
siglo XXI, que lo ven con admiración, pero nadie quiere para sí, o hasta llegar
al colmo de ser el país sin papel toalet. La concepción general de lo que es un
venezolano en la actualidad y cómo hemos llegado hasta aquí, va más allá de
ello.
Los
venezolanos somos personas que estamos más acostumbrados en hacer chistes de
nuestras dolencias, que en serio prestarles atención. Sacarle un chiste de todo
lo que diga o haga el Presidente Maduro se ha vuelto parte de nuestra
cotidianidad. Aunque la risa es gratis y es una de las mejores sensaciones en
el mundo, no de todo nos podemos reír, hay que saber medir cuando hacerlo y
cuando no.
La escasez de
nuestro país ha dado mucho de que hablar en todo el mundo, pero para el
ciudadano común ya se ha vuelto una rutina el ir a hacer una cola para comprar
artículos de primera necesidad y pescarlos como si estuviéramos en guerra.
Antes para mantener el orden en un supermercado, en el que llegaba un producto
escaseado, marcaban a las personas en la cola como cual ganado, y así no había
problema, ahora como están mas civilizados entregan tickets o chips. Cuando se
termina el producto es otro problema, tienen que llamar a la guardia porque las
personas se descontrolan, gritan, golpean las puertas y más.
La corrupción
es uno de los factores que más ha dañado al país, esta siempre ha existido,
pero se ha afianzado en los últimos años, en la cuarta era “¿cuánto hay pa´
eso?, pero en la quinta es “esto no es solo para mi, es también para el de más
arriba”. Detrás de un nuevo proyecto o una ley que promulga el gobierno hay
diez personas que en serio creen en él, pero hay otras cien que solo están para
hacer un negocio y lo dañan. No solo es la corrupción dentro del gobierno, es
la del ciudadano común que soborna a un funcionario para que le haga un trabajo
más rápido, para evitar una multa y más.
Por último se
encuentra un hecho que nos ha cambiado al cien por ciento en los últimos años,
que es la violencia, esta nos ha vuelto agresivos hasta con nuestros propios
familiares. La violencia en las calles se vive desde la persona que se colea
para comprar harina y le gritan hasta del mal que se va a morir o los viejitos
que se hacen trampa los unos a los otros en la cola del banco, hasta llegar al
punto de un fusilamiento de jóvenes a escasos metros de un modulo del Plan
Patria Segura. Estas acciones que hacen los adultos les repercute a los niños
que están en plena formación y ven esto como algo cotidiano y común.
Humor,
escasez, corrupción y violencia es lo que somos ahora los venezolanos, ¿muy
bonito verdad? Esto es lo que somos dentro y fuera de nuestro país y forma
parte de la concepción que todos tienen de nosotros, una que a mi me da
vergüenza. No saben cuanto me gustaría poder cambiar esto, pero no es algo que
dependa solo de mi, es un trabajo que tenemos que hacer en equipo, tampoco es
algo que se pueda cambiar de la noche a la mañana, pero con determinación y
buscando un mejor futuro para nuestro país lo podremos lograr. Sueño con que un
día volvamos a ser ese país al que
muchos huyeron después de la Segunda Guerra Mundial buscando mejores
condiciones de vida, y no del muchos huyen para dejar de lado algunos de los
factores que implica el ser venezolano, Lo interesante es que aun hay esperanza
porque hay un Dudamel, un Convit, un Arango, un Cabrera, tú y yo.
Los quiere Joha
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